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martes, 15 de junio de 2021

Humanos

A merced de la selección natural desde los albores de la vida, nuestros antepasados ​​se adaptaron, se aparearon y murieron, transmitiendo pequeñas mutaciones genéticas que finalmente hicieron de los humanos lo que somos hoy.

Pero la evolución ya no está estrictamente ligada a los genes, sugiere un nuevo estudio. En cambio, la cultura humana puede estar impulsando la evolución más rápido de lo que pueden funcionar las mutaciones genéticas.

En esta concepción, la evolución ya no requiere mutaciones genéticas que confieren una ventaja de supervivencia que se transmiten y se generalizan. En cambio, los comportamientos aprendidos transmitidos a través de la cultura son las "mutaciones" que brindan ventajas de supervivencia.

Esta llamada evolución cultural ahora puede moldear el destino de la humanidad con más fuerza que la selección natural.

"Cuando un virus ataca a una especie, normalmente se vuelve inmune a ese virus a través de la evolución genética", dijo a WordsSideKick.

Dicha evolución funciona lentamente, ya que aquellos que son más susceptibles mueren y solo aquellos que sobreviven transmiten sus genes.

Pero hoy en día, la mayoría de los humanos no necesitan adaptarse genéticamente a tales amenazas. En cambio, nos adaptamos desarrollando vacunas y otras intervenciones médicas, que no son el resultado del trabajo de una persona, sino de muchas personas que se basan en las "mutaciones" acumuladas del conocimiento cultural.

Al desarrollar vacunas, la cultura humana mejora su "sistema inmunológico" colectivo.

El concepto de evolución cultural comenzó con el propio padre de la evolución. 


Charles Darwin entendió que los comportamientos podían evolucionar y transmitirse a la descendencia al igual que los rasgos físicos, pero los científicos de su época creían que los cambios en los comportamientos se heredaban. Por ejemplo, si una madre tuviera un rasgo que la inclinara a enseñarle a su hija a buscar comida, le transmitiría este rasgo heredado a su hija. A su vez, su hija podría tener más probabilidades de sobrevivir y, como resultado, ese rasgo se volvería más común en la población.

He aquí por qué: la cultura está orientada al grupo, y las personas en esos grupos hablan, aprenden e imitan entre sí. Estos comportamientos grupales permiten a las personas transmitir adaptaciones que aprendieron a través de la cultura más rápido de lo que los genes pueden transmitir beneficios de supervivencia similares.

Un individuo puede aprender habilidades e información de un número casi ilimitado de personas en una pequeña cantidad de tiempo y, a su vez, difundir esa información a muchos otros. Y cuanta más gente esté disponible para aprender, mejor. Los grupos grandes resuelven problemas más rápido que los grupos más pequeños, y la competencia entre grupos estimula adaptaciones que podrían ayudar a esos grupos a sobrevivir.

A medida que las ideas se difunden, las culturas desarrollan nuevos rasgos.


Por el contrario, una persona solo hereda información genética de dos padres y acumula relativamente pocas mutaciones aleatorias en sus óvulos o espermatozoides, lo que tarda unos 20 años en transmitirse a su pequeño puñado de hijos. Eso es solo un ritmo de cambio mucho más lento.

Los investigadores sugieren que es posible que la aparición de la cultura humana represente un hito evolutivo clave.

A lo largo de la historia de la vida, los estados de transición clave han tenido enormes efectos en el ritmo y la dirección de la evolución. La evolución de las células con ADN fue un gran estado de transición, y luego, cuando llegaron células más grandes con orgánulos y estructuras internas complejas, cambió el juego nuevamente. La fusión de células en plantas y animales fue otro gran cambio radical, al igual que la evolución del sexo, la transición a la vida en la tierra, etc.

Cada uno de estos eventos cambió la forma en que actuó la evolución, y ahora los humanos podrían estar en medio de otra transformación evolutiva. Es posible que aún evolucionemos genéticamente, pero es posible que eso ya no controle mucho la supervivencia humana.

Pero la genética impulsa las colonias de abejas, mientras que el superorganismo humano existirá en una categoría propia. No está claro cómo se verá ese superorganismo en un futuro lejano, pero probablemente se necesitará una aldea para descubrirlo.
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